Las instituciones de seguridad social de todo el mundo, tanto si funcionan en el sector ocupacional como en el no ocupacional, hacen frente a una creciente combinación de desafíos económicos, sociales y demográficos que ejercen presión en la continuidad de su viabilidad financiera y pueden comprometer su capacidad de luchar contra la inseguridad social.

Si bien las instituciones nacionales de seguridad social, cuyas estructuras de funcionamiento, distintos parámetros financieros y diversos mandatos de políticas y programas, no se enfrentan a los mismos desafíos al mismo tiempo, se encuentran ante una situación mundial relativamente similar y generalizada. Algunas de las características comunes incluyen una población con una esperanza de vida en aumento, la aceleración del ritmo de reestructuración de los sectores público y privado para mantener la competitividad en una sociedad globalizada, el rápido aumento del número de solicitudes de indemnización por problemas de salud mental y las bajas tasas de salida de los beneficiarios de los sistemas y un bajo índice general de contratación de personas con discapacidad.

Algunas instituciones de seguridad social disponen de mayores recursos financieros para hacer frente a los cambios mundiales a corto plazo pero el efecto combinado de estos desafíos sistémicos sin una acción correctiva radical, generará importantes aumentos en los costos del sistema, planteará desafíos para la viabilidad financiera de la organización y a fin de cuentas conducirá a una disminución del nivel de las prestaciones y servicios que reciben las personas a quienes se destinó el sistema en un principio, incluidas las personas con discapacidad.