Las Directrices se dividen en cinco partes:
La Parte A, Gobernanza y estrategia, aborda los aspectos relacionados con la definición del enfoque y la estrategia institucionales para gestionar las crisis antes de que se produzca una crisis o un incidente.
En la Parte B, Capacidad y resiliencia institucional para hacer frente a las crisis, se trata la elaboración de protocolos, procesos, sistemas, registros, etc., que permitan prestar un mejor servicio durante las crisis.
La Parte C, Continuidad de los servicios existentes, se centra en las opciones que garanticen la prestación de servicios en caso de crisis e incidentes, es decir, suministrar esencialmente los mismos servicios a los mismos usuarios, pero con los ajustes necesarios.
En la Parte D, Ejecución de las medidas de respuesta, se ofrecen opciones para ampliar los servicios y las prestaciones, con el fin de brindar apoyo a los usuarios y demás personas afectadas por la crisis.
En la Parte E, Consideraciones específicas de cada rama, se presentan algunas propuestas para aplicar las medidas anteriores.
En cada parte se agrupan directrices específicas según elementos particulares de la continuidad de servicios y la resiliencia. Se presentan de la manera siguiente:
Directriz. La directriz se expone con la mayor claridad posible.
Estructura. Esta es la estructura sugerida para el aspecto particular de la continuidad de las operaciones que puede apoyar la aplicación de la directriz y facilitar la promoción del principio subyacente. Es primordial contar con una sólida estructura para abordar la continuidad y la disponibilidad de las operaciones de manera efectiva.
Mecanismos. Una directriz puede aplicarse o implementarse de diferentes maneras. Los mecanismos propuestos para aplicar la directriz sobre la continuidad de las operaciones y la resiliencia tienen por objeto asegurar que el marco de respuesta sea adecuado y que los riesgos se mitiguen de manera oportuna, así como obtener resultados satisfactorios y hacer seguimiento y evaluación de manera periódica.
En esta serie de Directrices, la unidad de gestión de riesgos se refiere al equipo de la institución responsable de identificar y evaluar los riesgos, implementar un marco de mitigación de riesgos, coordinar las actividades y los mecanismos para mitigar los riesgos y, sobre todo, asegurar que la institución ejecute los planes de continuidad de las operaciones y de resiliencia elaborados para este fin. La unidad de operaciones, por su parte, designa a los empleados de la institución que se encargan de ejecutar los principales procesos de negocio. Para aplicar las directrices propuestas, la institución puede crear otras unidades especializadas para realizar actividades relacionadas con la continuidad de servicios y la resiliencia.